Sintomas y biología

Los pulgones pasan el invierno en forma de huevos agrupados sobre brotes del año y en rugosidades de la corteza. Dichos huevecillos, que son negros brillantes y un tanto alargados, avivan en primavera para producir hembras sin alas llamadas fundadoras. Éstas se reproducen sin intervención de macho, fenómeno que se llama partenogénesis, y además son vivíparas, es decir, paren jóvenes larvas. Se van sucediendo generaciones de hembras partenogenéticas alternando formas sin alas y formas aladas; estas últimas contribuyen a dispersar la plaga de un árbol a otro. En otoño aparece una descendencia de machos y hembras. Las hembras ovíparas, tras ser fecundadas por el macho, ponen los huevos de invierno cerrándose así este original y complicado ciclo biológico.

La reproducción de los pulgones es muy activa y sus daños pueden llegar a ser graves puesto que provocan deformaciones en brotes y hojas.

La presencia de hormigas puede ser un indicio de que existe pulgón en las plantaciones ya que aquellas buscan ávidamente el jugo azucarado que los pulgones segregan. Sobre dicho jugo se desarrollan una serie de hongos saprófitos de color negro que cubren los órganos vegetales afectados y que se conoce comúnmente como "negrilla". Nuestra popular «mantangorri» es una fiel colaboradora de la agricultura ya que se alimenta de pulgones; ella, junto a otros insectos auxiliares como larvas de sírfidos, crisopas y antocóridos, contribuyen a efectuar un control natural de la plaga.

Control

Habría que intervenir, hacia principios de verano, si se observaran más del 25% de brotes parasitados. Se pueden utilizar diversos insecticidas con acción aficida. Tener en cuenta a la hora de utilizar los productos el que sean respetuosos con la fauna auxiliar, ya que es muy numerosa.